En Cataluña se está produciendo un fenómeno que también afecta a otros territorios. Muchas familias, en su mayoría jóvenes, buscan fuera de las grandes ciudades un lugar donde vivir, más tranquilo y, evidentemente, más asequible. Es lo que está pasando en Cardedeu, en Barcelona, donde los vecinos de siempre también están buscando otras alternativas. Cada año llegan a Cardedeu unas 800 personas procedentes en su mayoría de la Ciudad Condal, atraídas por la ubicación, el estilo de vida y, sobre todo, por los precios de la vivienda. Pero esta oleada migratoria de la ciudad al pueblo provoca a su vez otra. Desde la pandemia, una media de 760 vecinos se van cada año de Cardedeu. La mayoría no quieren vivir allí porque ya no reconocen su pueblo.