Con la puerta rota, montones de basura en la escalera, condones, jeringuillas y hasta roedores. Así han tenido que vivir los vecinos del Raval durante meses. Les han ocupado la escalera, han sufrido robos y los vecinos tenían miedo de entrar en sus propias casas. Su pesadilla empezó cuando un fondo de inversión compró el edificio en 2015, para echar a los inquilinos y alquilar los pisos a precios mucho más altos. Desde entonces, la propiedad no ha atendido ninguna de las peticiones de los inquilinos, provocando que vivir aquí fuera insostenible. Ahora han ganado la batalla, es la primera denuncia por acoso inmobiliario que tramitará el ayuntamiento de Barcelona, que impondrá una multa de hasta 900.000 euros a la propiedad.

-Redacción-