Una marea de manifestantes propalestina invade la calzada por la que debe pasar el peloton. Pero menos los ciclistas por allí ha pasado de todo. Enfrentamientos, empujones, gritos y una sentada que la Guardia Civil ha tratado de disolver en varias ocasiones, por las buenas, y ha acabado, ante la negativa de los manifestantes, actuando por las malas. A esta mujer se la llevan del pelo. A esta otra la cogen del cuello, a algunos directamente se los llevan de pies y manos. Los activistas se quejan. Pero se han salido con la suya. Y así han celebrado la suspensión de la carrera a 8 kilometros de meta: por todo lo alto. Es el resumen de una jornada caótica. Y una vuelta que a la organización se le está haciendo cada vez más larga. Pese a que las etapas son forzosamente cortas.