Con su Puerta Santa abierta recibe Santiago a los peregrinos y a todos los que hasta allí han dirigido sus pasos. Si normalmente ya impresiona, en Año Santo es todo un espectáculo. Poco importan las colas de hasta una hora para entrar en su catedral libre ya de andamios. Dentro, el Pórtico de la Gloria luce también en todo su esplendor. A sólo tres días de su fiesta, la ciudad se llena de turistas. No es este el final del camino, llegar aquí es solo el principio.

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