El gris ceniza se va pintando de verde, el color de las plataneras que crecen sobre las coladas de lava que cubrieron la isla de La Palma. A orillas de Puerto Naos, junto a las toallas y las sombrillas de quienes vuelven a la playa, brotan fincas para la regeneración agraria. Los cultivos descienden por la ladera recuperando el terreno que el volcán les expolió. Y al borde de la fajana levantan los primeros invernaderos en tiempos del Tajogaite. En la parte alta, junto al cráter, sigue predominando el paisaje negro que dejó la erupción, aunque los árboles también empiezan a echar raíces. Quedan aquí atrapadas las casas que sobrevivieron a la lava. Los últimos vestigios de una población que tuvo que abandonarlas. Vecinos que, gracias a estas imágenes, ven lo que queda de las viviendas a las que no pueden regresar. En esta zona de la isla, más de 1.000 días después, las máquinas siguen trabajando en la reconstrucción. La vida que, poco a poco, vuelve a abrirse camino.

-Redacción-