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"¡Feliz Navidad, amiguito del alma!". La frase es ya un clásico de la historia política de España. Aquel "Te quiero un huevo" que le dijo Francisco Camps al Bigotes, uno de los condenados de la trama Gürtel, es, de hecho, el gran meme de la tormenta judicial que truncó la carrera del entonces presidente de la Comunidad Valenciana. Paco, para los amigos, en aquella Valencia que entonces parecía un simple peldaño en su carrera hacia metas aún  más altas. Doctor en Derecho, perseverante, afable en el trato, afectado en la formas., Camps hizo carrera en el PP próspero del cambio de siglo hasta que en 2003 llegó su momento. Investido president, venido arriba, Camps se conduce con una política de grandes eventos y proyectos -modernización, según los suyos; despilfarro y corrupción, según sus detractores- frenada en seco por el célebre escándalo de los trajes. "Dejo la presidencia de la Generalitat", se vio obligado a decir en 2011, en lo que fue el principio del fin. Desde entonces hasta aquí, la vida de Camps ha ido de banquillo en banquiillo: la Gürtel, el caso Nöos, la visita del Papa, y así hasta diez. Eso sí, ni una condena. Así que libre en los tribunales, aunque señalado por algún testimonio - "Es cierto que el PP se financiaba con dinero negro", confesó en uno de los juicios Ricardo Costa, secretario general del partido en Valencia- Camps apunta al camino de vuelta.

-Redacción-