La marcha se ha convertido en un punto de fricción entre la extrema derecha y los conservadores de Polonia, por un lado, y el centro liberal, en el poder desde que las elecciones generales del año pasado pusieron fin a ocho años de gobierno nacionalista, por el otro. El Gobierno de Donald Tusk ha estado en el poder desde diciembre, pero sus miembros de coalición de izquierda y centroderecha se encuentran inmersos en luchas internas sobre temas clave de campaña, como el retorno del derecho al aborto. La Confederación de extrema derecha, cuyos políticos se encuentran entre los organizadores del evento, parece haber ganado terreno desde las elecciones, alcanzando ahora alrededor del 12% en las encuestas, reflejando avances en partes de Europa en una reacción antiinmigración. Si bien tanto el partido nacionalista PiS como la coalición Tusk apoyan firmemente a Ucrania en su guerra contra Rusia, con el respaldo de la mayoría de los polacos, algunos se sienten frustrados por la afluencia de refugiados del país vecino.

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