La avalancha de turistas que temen en Mallorca es la que ya está convirtiendo la playa de Palma en un "botellódromo". Desde primera hora de la mañana andan con la compra de cervezas hecha y la lata bien sujeta a la mano y con el vaso siempre lleno no tardan en acabar perdiendo el equilibrio y arrastrando la borrachera en esta zona tomada por el turismo alemán. Desde la asociación de vecinos, Alain Carbonell critica que lo que tienen no es un turismo de calidad si no turistas de maletas callejeras que ni siquiera cogen alojamiento. La principal inversión es el alcohol. Los empresarios protestan por la suciedad y la imagen de degradación y con el verano aún por llegar piden más presencia policial y que se prohíba el consumo de alcohol en la calle. Medidas para que el desfase no tumbe al turismo de Mallorca.

-Redacción-