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El periplo judicial de María comenzó en 2009, su pareja la amenazaba y lo denuncio. Le impusieron  una orden de alejamiento de 1000 metros. María se quedó con su hija de cuatro años, que no vio a su padre durante doce meses por orden judicial, pero en 2010 las visitas se reanudaron y tras uno de esos encuentros  maría la llevó al pediatra. “Cuando la desnudaron en el hospital estaba marcada por la espalda, tenía moratones, tenía heridas, tenía la zona genital irritada. En el hospital me dijeron, de hoy no pasa”, cuenta María. En un documento se aprecia cómo es el propio pediatra el que le recomienda que denuncie el caso en instancias judiciales. El médico asegura que hay infecciones por falta de cuidados cuando se inician las visitas al padre. María denunció y pidió que se restringieran las visitas. Pero la sentencia se volvió en su  contra porque el  informe psicosocial del juzgado emitió este resultado: “no se han observado elementos que indiquen la existencia de abuso sexual, la madre puede estar mediatizando la opinión de la niña sobre su progenitor" Ahora la ve los sábados exclusivamente de seis a ocho en un punto de encuentro. Cuatro jueces le han dado la custodia al padre y han dictaminado que manipulaba  a la niña. Los tres hermanos de la pequeña, que viven con María, no la ven desde hace dos años. Según la Consejería de Asuntos Sociales a la pequeña de  seis años no se le hace seguimiento porque no está en desamparo. La vida que lleve con su padre pertenece al ámbito de lo privado por decisión judicial.

-Redacción-