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Fueron apenas unos segundos, pero anoche pudimos volver a ver a Francisco Granados. Fue al salir de los juzgados de Majadahonda, adonde acudió para tratar de evitar llegar hoy a la Audiencia Nacional en furgón de la Guardia Civil alegando una detención ilegal que no le sirvió de nada. Hoy ha tenido que colocarse frente al juez Eloy Velasco. Dos horas y media ha estado tratando de explicarse. Ha reconocido que en el año 97 abrió una cuenta en Suiza con 320.000 euros; una cuenta de la que trató de deshacerse cuando dos años después fue elegido alcalde de Valdemoro. Dice Granados, que al ser una cuenta cifrada, el banco no le dejó cerrarla, así que se la ofreció para sus negocios a su amigo de la infancia David Marjaliza, que le devolvió -asegura- los 320.000 euros que tenía en la cuenta. Dice Granados que, desde entonces, sólo opera en esa cuenta Marjaliza. Una cuenta que en 2013 detectaron las autoridades suizas al tratar de hacer una transferencia de 5 millones de euros a Singapur. Según Granados, su amigo regularizó ante Hacienda ese dinero. El que fuera mano derecha de Esperanza Aguirre ha negado haber cobrado comisiones o haber influido o presionado a empresarios para que le dieran esos sobornos, pero el juez no le ha creído. Le envía prisión y le imputa 8 delitos. Dice que perteneció a una organización criminal, que blanqueó capitales y que benefició a su amigo Marjaliza y a otros empresarios. Su situación se agrava. Antes de ello, su entorno ya decía que Granados sabe que estos días le quedan pocos amigos.

-Redacción-